El éxtasis en la tribuna es tremendo. Treinta mil almas presentes en Matute no dejan de alentar. Los jugadores, abajo en la cancha le ponen ganas, le ponen fuerza, quedan pocos segundos y el equipo esta ganando, por fin, después de varias derrotas. Sin embargo todos se congelan por unos segundos. La pelota cabeceada por Estigarribia va directo hacia el arco aliancista. Se dirige libre sin oposición hacia la esquina de la portería, es el empate, el poco deseado empate. Todos se quedan helados viendo la pelota entrar al arco. Todos menos uno. Libman. El portero victoriano saca una mano mágica e impide el gol del Galvez.
Matute volvió a despertar y todos festejaron el resultado final. Un resultado que se forjó desde la tribuna. Todos en el estadio empujaron para que este Alianza Lima, un histórico del Perú, no caiga en la desgracia de la baja. Cada hincha presente aportó hasta el último aliento para que este equipo reaccionara y supiera que Alianza lima es mas que un equipo de fútbol, es un sentimiento, una pasión que se vive por dentro.
El equipo entendió el mensaje y puso todo el coraje que tenía que poner. Corrieron todos, metieron todos. El equipo como sistema no funciono, pero con el empuje de cada uno alcanzó para ganarle a un siempre ordenado Jose Galvez, que en los últimos minutos parecía que empataba el partido.
La hinchada no falló cuando el equipo más la necesitaba. Todo el pueblo aliancista presente en el estadio le hizo sentir a este equipo que estan con ellos, pero que ellos también deben responder en la cancha.
El pueblo victoriano paso la primera prueba, pero quedan cinco. Pienso que, y debe ser asi, ahora el equipo ha captado el mensaje. Deben luchar no solo por ellos mismos sino por todo un pueblo que espera que su amado club este donde tiene que estar, siempre en primera.
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